Después de esa larga noche, el Capitán reflexionó mucho, y descubrió ellos hacían eso porque a ninguno le habían dejado jugar, y por eso nunca aprendieron. A la mañana siguiente hizo reunir a toda la tripulación en la cubierta del barco y anunció:
-Con ustedes, les presento al nuevo alférez Jacinto. A partir del día de hoy, él nos va a enseñar a jugar y por fin podremos utilizar los juguetes que hemos conseguido. Claro está, si mi amigo Jacinto no tiene ningún problema.
Jacinto se quedó reflexionando, y como era tan inteligente dijo que aceptaría pero con una sola condición:
-Yo les enseñaré a jugar a todos, pero una vez aprendan devolverán cada juguete a su respectivo dueño, pues los niños a quienes les quitan los juguetes deben estar muy tristes.
Dijo también que para que los piratas no se sintieran tristes, él los recibiría en sus sueños, les compartiría sus juguetes, y se podrían divertir juntos, porque si algo es importante para poder jugar, es tener amigos.
Cuando aprendieron a jugar decidieron embarcarse, dejar a Jacinto en su casa para que su mamá no se preocupara, y seguir la ruta para devolver los juguetes que se habían robado.
Así que si a ti se te apareció un juguete que no era tuyo en casa fue culpa del desorden de nuestros amigos Rupete, Clarussa y Cacayo. Pero, si te aparecieron lo juguetes que tenías perdidos, dales las gracias y cuando estés soñando invítalos a jugar y comparte tus juguetes para que descubras el gran mundo de los mares imaginarios.
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